Doom mitológico y espiritual
No dejan de sorprender una y otra vez los discos de YOB, y de hacerlo por muchos aspectos. Bien por su contundencia a la hora de crear su ya megaconocido, metalizado y enérgico doom, o por el sentimiento que derrochan cada una de sus composiciones, haciéndonos viajar, a mundos llenos de fantasía, espiritualidad y mitologías, donde nunca antes se había accedido -o costaba acceder-. En uno de sus grandes discos, Atma (2011), el corte “Before We Dreamed of Two”, uno de mis favoritos, cuentan algo así: “más allá de los ojos, una vida escondida. Más allá de los oídos, una sinfonía”. O en otra de las joyas de ese álbum, “Adrift in the Ocean”, hablan de luchar, algo con lo que soñar, con caerse y con lo que poder brillar. Y esto puede ser muy vulgar, pero no, YOB lo hacen especial, y es, sin duda, una de sus grandes armas.
Con su anterior álbum, Clearing the Path to Ascend (2014), pasa exactamente lo mismo, consiguen transmitir y llenar la mente y venas de forma fantástica y singular. La pieza clave, “Marrow”, la salvaje, maravillosa y brutal “Marrow”, que creo, firmemente, es lo más bello que han hecho los chicos de Eugene (Oregon). Y no salvaje por un metal extremo escandalizado, sino, por lo cautivadora y seductora que llega a ser. “Almas inquietas, luz parpadeante, necesitado de sentir un momento verdadero, necesitado de sentir algo cierto”. O “Nothing to Win”, segundo corte, en el que precisamente hacían eso, cortar en dos cualquier parte de nuestro cuerpo y lanzarlo con furia al exterior. YOB, son esto, cólera y sensibilidad, dos adjetivos que vuelven a estar presentes, como no, en su nuevo trabajo.
Our Raw Heart, cumple las expectativas, y por tanto, los dos adjetivos mencionados, los lleva hasta su significado final. Cólera por temas como “The Screen”, “In Reverie” u “Original face”, y sensibilidad por la abrumadora “Beauty in Falling Leaves”, la majestuosa “Our Raw Heart”, o a medias entre los dos, por “Ablaze”, encargada de abrir la hora y cuarto de duración de este crudo corazón. Un disco que deja a YOB donde ya están, arriba de la cúspide musical. Un octavo álbum que vuelve a deleitar a todo aquel/aquella que disfrute y necesite de este tipo de doom metal, de esta música tan primordial. Un trío en estado de gracia. Un Mike Scheidt inconmensurable componiendo, cantando y tocando su guitarra, como también lo están Travis Foster aporreando la batería y Aaron Rieseberg ahogando al personal con sus cuatro cuerdas.
Destacaría por encima de todo cuatro emocionantes y fabulosas canciones en este disco: “Ablaze”, “The Screen”, “Beauty in Falling Leaves” y la que da nombre al disco, “Our Raw Heart”. En ellas se congrega toda la fuerza, inquietud y sentido de una banda, que, consigue llegar mucho más lejos de lo que sus propios creadores imaginan. Bien por sus piezas más duras, que como en este disco, vuelven a soplar de forma contundente y sin espacio para la respiración. Son auténticos muros de contención, imposibles de atravesar, destruir o escalar. Te quedas como el muro en sí, de piedra. O bien por sus temas mas emocionales en cuanto a letras y notas musicales. Se te desnuda, literalmente, para ser dibujado y quedar a merced del elegante sonido y una atmósfera inimitable.
Mini reseña de The Great Cessation (2009)
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